viernes, 29 de octubre de 2010

Murio Fernando Garavito : La partida de "Juan Mosca"

Murió Fernando Garavito: La partida de ‘Juan Mosca’

Hoy, naciendo la madrugada, una llamada anunció la dolorosa noticia sobre quien fuera uno de los periodistas más reconocidos en Colombia.
Mónica del Pilar Uribe Marín
Hacia unas semanas, el 4 de octubre, había viajado a un pequeño poblado del sur de Estados Unidos, porque la Lannan Foundation le había concedido una “Beca de creación literaria”.
Allá, en el corazón desierto de Texas y hasta el 17 de diciembre de este año, Fernando se había dedicado a lo que sería entonces su única obligación: terminar un libro.
“Tengo tres libros en proceso, todos ellos literarios, de manera que estoy seguro de que podré presentar, y ojalá culminarlo”, escribió a sus amigos antes de irse.
No fue posible. Ayer, mientras conducía por una carretera con destino a Texas, su viaje se tornó definitivo… inapelable…  Sus escritos están ahora detenidos en su tiempo. Junto a ellos, su pensamiento, su vida. Fernando Garavito, más conocido como ‘Juan Mosca’, ha levantado sus alas.
El periodista, el escritor, el irreverente, el amigo de antes o de ahora, o de ahora y de antes, el desconocido, el temido, aquel a quien el odio de sus enemigos denunciados le obligara a un exilio forzado en Estados Unidos… empieza hoy a hacer otra suerte de memoria.


Fernado hijo, Priscilla Welton (su compañera de vida), Fernado 'Juan Mosca', y Manuela, la hija menor, su cómplice de sueños…
Su exilio y el movimiento Mosca
Fernando Garavito, inagotable a sus 66 años, seguía escribiendo y opinando desde las condiciones adversas que ocho años de exilio le habían impuesto: abandonar su país, Colombia, dejar a sus amigos, a su familia, a su hija mayor Melibea (producto de su primer matrimonio, con la también fallecida poetisa María Mercedes Carranza), dejar su trabajo, callarse allí para evitar que las amenazas cernidas sobre él pudieran cristalizarse allá.  Y, la más difícil, la pérdida de Priscilla Welton, su compañera de vida y madre de Fernando y Manuela…
Todo ello le había sumido en una obvia y profunda tristeza. Fueron sus hijos los que se convirtieron en su bastión, su fortaleza. Y por ellos, por ese amor que le inspiraban y que no se cansaba de expresar a quien tuviera al frente, Fernando era vida pura: intacta su rebeldía, brillante su creación, perfeccionista en sus escritos, aguda su crítica, valientes sus opiniones, decididas sus búsquedas, solidario con quien lo necesitara.
La vida de Fernando reúne demasiado: haber sido redactor, editor y director de varios medios de prensa, autor de libros en prosa y de poemas, profesor de niños (una faceta que no todo su público lector conoce) y, últimamente, sin abandonar su literatura, ser el alma, la Mosca Mayor, de la agrupación PoloMosca, un agrupación conformada por colombianos residentes en diferentes partes del mundo y que desde el comienzo ha querido marcar una pauta muy propia, del Polo Democrático Alternativo, PDA.
De hecho, porque su honestidad, su odio por la politiquería y sus deseos de dar un cambio real, fue que Fernando – después de que un grupo de amigos se lo solicitara – decidió lanzarse como candidato a  la Cámara de Representantes por los colombianos en el exterior, por el PDA.
Perdió, pero no lo importó. Apelando a su seudónimo, ya había surgido un movimiento, el PoloMosca, y era suficiente. En él ponía toda su fuerza, todo su amor, insistiendo una y otra vez a sus integrantes, en la necesidad de hacer una política distinta, de olvidar las jerarquías y los protagonismos, de tener la honestidad como motor…  No era, entonces, difícil seguirle, quererle y creerle.


Su vida

Graduado como abogado en la Universidad Javeriana, fue en el diario El Espectador donde Fernando se convirtió en ‘El señor de las Moscas’ y en su columna del mismo nombre  inspiró desafectos y se granjeó enemigos. ‘Juan Mosca’ venía siéndolo desde antes y sus artículos, fuera en un medio u otro, como Jefe de Redacción o como Editor, o como simple escritor, ponían a temblar a más de uno.

Algo así ocurrió con ‘Álvaro Uribe, El señor de las sombras’, pero quizás con las consecuencias esperadas: amenazas, persecuciones, anónimos… uno tras otros… Y fue inevitable: debió exiliarse en Estados Unidos. Con él se marcharon su esposa Priscilla Welton y sus hijos Fernando y Manuela.

Su artículo “¿Por qué los autores del desfalco a la Nación a través del Banco del Pacífico ocupan los más altos cargos administrativos del nuevo gobierno del Presidente Uribe Vélez?”, ‘motivó’ a El Espectador a despedirle, algo que no pudo obliterar los logros que obtenía, como el premio “Cultural Freedom Award” (entregado por la Lannan Foundation por “su trabajo a favor de la democracia y de la libertad, y del respeto a los derechos humanos”),  o el Premio de Periodismo Simón Bolívar, recibido por su investigación sobre la tragedia del Palacio de Justicia, o los reconocimientos por sus libros  ‘Ja’, ‘Reportajes de Juan Mosca’, ‘País que duele’, ‘El corazón de Oro’.

Fernando, a quien los odios o rabias de sus denunciados y contendores no lograron mermar un ápice, transcurrió su tiempo forjando espacios y propuestas.

A él y con él, muchos vivieron, vieron, conocieron, transcurrieron, disintieron aprendieron, coincidieron, propusieron. Sobrarán amigos cercanos y lejanos, aliados nuevos y antiguos, enemigos antiguos o presentes, a quien su definitiva partida estremezca.

Lo cierto es que Fernando Garavito, ‘Juan Mosca’ deja un legado en sus escritos, en el periodismo y en su trabajo en el PoloMosca.

El periodismo en Colombia, tiene ahora un nuevo vacío, y los colegas que le conocimos de cerca, que trabajamos con él  y forjamos amistad, que recibimos de él sus enseñanzas, no podemos menos que lamentar su partida, conscientes – eso sí – de que seguiremos escuchando su incesante batir de alas.

The Prisma expresa a Fernando y a Manuela, a Melibea, a sus afectos, a sus amigos, sus más profundas condolencias y toda la solidaridad que puede caber en estos y futuros momentos. Las palabras, como decía Fernando en relación a estas circunstancias, son “inútiles porque no colman ni calman lo suficiente”. 

 

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