La especie humana tiene una naturaleza muy particular, por un lado se encuentra la parte espiritual y por otro la material representada en su cuerpo. Somos una muy especial combinación de ambos aspectos. Los filósofos ven al hombre como un “animal” (parte corporal) “racional” (parte espiritual), dejando en claro que o están las dos o no esta ninguna.
Lo que le da sentido a nuestro cuerpo, esa máquina impresionante que funciona a la perfección, es el alma humana. Ella anima y da poder a un montón de células y funciones; ya sabemos lo que pasa con el cuerpo cuando una persona muere, cuando el alma esta ausente, pierde su esencia.
Al tener vida somos sujetos de dignidad, somos alma, espíritu y cuerpo. Por todo esto, estamos llamados a tener un profundo respeto a la vida, al complejo ser que cada quien es. Nadie puede desconocer el valor inmenso de ella, su origen sagrado, y como consecuencia de ello, nadie puede ignorar el valor que cada uno de nosotros tiene por ser ser humano.
Los adelantos de la ciencia nos dejan perplejos porque nos enseñan que nuestros organismos son perfectos, que una parte por más pequeña que sea, tiene que ver con el resto para su normal funcionamiento. Podemos estudiar el cuerpo humano, como sanarlo, como funciona, pero nunca crear de la nada vida o un alma.
El afán por avanzar en lo que se llama tecnociencia, y cumplir con el “noble” objetivo de “curar”, ha provocado que patrocinadores y personal científico vean como talanquera a la moral.
Moral es el arte de vivir, de saber vivir bien. No se trata de actuar conforme a los caprichos, sino ver cuales deben ser nuestros comportamientos para vivir en paz y con coherencia, de manera que nos respetemos y reconozcamos como sujetos únicos que merecen recibir un trato digno de seres humanos. A medida que tenemos experiencia, vamos aprendiendo lo que debe ser y lo que no, en este caso la moral es lo que debe ser.
Así las cosas, la moral es una guía para saber ejercer bien nuestra libertad. Los adelantos científicos relacionados con el ser humano, adicionalmente, deben tener en cuenta cuatro principios bioéticos que les regulan:
Beneficencia: Que es buscar la mejor cura. Autonomía del paciente: Es el respeto a lo que decida el paciente sobre su cuerpo. Justicia: Igualdad para acceder a los medios que permitan conservar o mejorar la salud. No maleficencia: Trata de no proporcionar al paciente un daño severo en la búsqueda a la solución a su problema.
Los interesados en estas investigaciones presionan a los gobiernos para que “moldeen” las conciencias de sus pueblos por medio de leyes, y con un respaldo legal es más fácil cambiar la forma de pensar de una comunidad que se encuentra en plena crisis de valores.
Solo pretendo hacer un llamado para que demos y reconozcamos un trato digno a todo aquello que tenga que ver con los descubrimientos y tratamientos médicos que pretenden reproducir o atentar contra la vida humana. Pareciera que ya no somos vistos como personas sino como conejillos de indias, ya no somos queridos sino utilizados. El fin NO JUSTIFICA los medios.
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